EN CASO DE FRUSTRACIÓN REVISE SUS EXPECTATIVAS
¿Cómo te sentís cuando alguien acciona o reacciona como a vos no te gusta, o no querés?…
¿Cuáles son las ideas y pensamientos que invaden tu universo mental cada vez que un evento externo no coincide con tus deseos internos?…
¿Qué sensación vivencias cuando las ganas de que algo acontezca te llevan a pensar en eso día tras día y de cuando llega el momento ocurre lo contrario o directamente no ocurre nada?…
Sé que igual que yo conoces esas sensaciones que se activan en cada uno de estos hechos citados, por ejemplo: molestia, el tradicional me “picho”, enojo, rabia, miedo, angustia, tristeza, y la incomparable y triunfal sensación de Frustración.
Y es de esta última –“Frustración”– a quien le dedicaré un par de letras pues quizás no es tan villana como creemos.
Desde las sabias dosis de frustración que nos propinaron nuestros padres y tutores hoy día manejamos mínima o máximamente los límites con el otro, si solo hacíamos lo que queríamos, cuando queríamos y como queríamos, hoy día los límites de respeto con y hacia el otro serían nulos, quebrantables o sencillamente no nos importarían. Desde la Frustración y su tolerancia ejercemos un estilo de interacción sociablemente humana, es la que nos frena, la que nos indica que no somos tan Omnipotentes como queremos, es la que de alguna manera nos protege y nos permite seguir aprendiéndonos de nosotros mismos a través de los demás.
La Frustración y su manejo se vuelve en ocasiones dolorosa, insoportable, angustiosa, y queremos evadirla como sea, más aun cuando buscamos a detalles que hay detrás o debajo de ella, y allí rimbombante aparece “la expectativa”.
La expectativa es esa diligente secretaria mental que susurra sigilosa entre nuestras ideas y pensamientos, es la que diseña proyectivamente nuestro ideal, y la que después nos acaricia o desinfla el EGO y las ganas, por eso cuando nos sentimos frustrados la opción mas válida e interesante es revisar nuestras expectativas, ya sea, en función a la persona, a las circunstancias, a nosotros mismos, y a la propia realidad, pues los demás (personas o hechos) NO nos decepcionan, nosotros nos decepcionamos de ellas, pues nosotros le inyectamos dosis a veces hasta colosales de expectativas y al no cumplirse nos Frustramos, enojamos, pichamos, y todo ese sequito de sensaciones que ya conocemos. En ninguna decepción y frustración caemos sin ser empujados por un exceso de expectativas.
Entonces cual podría ser nuestro desafío ante la inminente sensación de Frustración, mirar nuestras expectativas y calibrarlas, y calibrar implica, darle el valor real a algo, por ejemplo, cuando alguien “me falla” mi modo calibrar esa sensación de decepción, es recordarme que esa persona es un ser humano igual que yo, que no tiene la obligación de cumplir mis estándares de calidad y buena acción. Lo siguiente sería darnos el tiempo de poder mirarnos desde la angustia que nos generan las cosas que no acontecen conforme a nuestro diseño mental primario, a nuestro deseo más exigente, a nuestra expectativa, si nos permitimos gestionar la angustia de manera distinta a la tradicional, puede ser una llave de entrada a un interesante cambio personal, hay que aprender a darse un pase por los suburbios de uno mismo y desde allí elegir y aceptar lo que acontece, pues como dice una maestra mía, tenemos que vivir la experiencia y tallar el alma para poder transformarnos.
La decepción y la frustración se gestionan, aceptando lo que acontece más allá de nuestros propias necesidades, deseos o exigencias, pues siempre es opción elegir entre lo fácil y lo que nos permite ser alguien mejor. La gestión de la frustración nos potencia, pues nos genera aprendizaje.
Y a modo de ejercicio práctico para empezar a gestionar las expectativas y por ende entrenar el manejo de la frustración, planteo la siguiente pregunta, respóndetela con sinceridad… ¿Qué pensamiento e idea sos capaz de abandonar para ser más vos mism@?
Atentamente.