Sentir lo sentido

Hablar de emociones, sensaciones, sentimientos siempre me resulta desafiante, pues no siempre queremos sentir y hacernos cargo de lo que vivimos a nivel interno, es más fácil y ágil tener frío y buscar un abrigo (sensación externa) que buscar el o los porqué del ya no me “hallo” con mi pareja (sensación interna). Cuando “da gusto” le doy y me doy permiso para que lideren mis días, mi vida, pero cuando “no da gusto” las rechazo, las niego, y/o las evado.

Mi planteamiento en letras es invitarte a mirar lo que “nos pasa cuando sentimos lo que sentimos”, y desde allí re configurar los permisos, para gestionarlas de un modo diferente, porque las emociones, las sensaciones, los sentimientos no se controlan, se gestionan.

Como punto de referencia tomo a las colosales EMOCIONES, esas que ni bien abrimos los ojos para apagar el despertador que ruinmente nos despertó, activan todo nuestro universo sensacional (de sensaciones), no siempre nos gusta cortar una actividad tan placentera como dormir, entonces el enojo-molestia encienden nuestro emocional modo humano, por supuesto que hay veces que nos gusta despertarnos temprano y la alegría es la pionera mañanera, por ejemplo en el día de nuestro cumpleaños, o cuando éramos más niños –creo fuertemente que nunca dejamos de serlo- en el día de los reyes magos, todos esperábamos ansiosos y extasiados que amanezca para ver que regalos nos trajeron, sentite esa sonrisa al recordar esa parte de tu historia, eso es emoción activado por un BUEN Y GRATO RECUERDO. Eso es la emoción, la que activa alguna parte de nuestro cuerpo, y nos permite encendernos de una manera única, como ser, la tristeza, la alegría, el miedo, el enojo, el disgusto, por citar algunas.

Recordás como te pones cuando estás enojado, triste, feliz, o como sos cuando algo no te gusta, siempre hay una activación en tu cuerpo, sin embargo con el sentimiento no pasa lo mismo, no hay activación sensorial, es una procesión vivencial interna, íntima, que solo se exterioriza cuando y como elegimos hacerla.

Las emociones y los sentimientos no son buenas ni malas, son lo que son, son calibradoras oficiales de un evento interno y externo que aparecen para que regulemos nuestra condición humana, tradicionalmente las juzgamos (al fin y al cabo eso es una etiqueta, un juicio) como “buenas” (alegría, entusiasmo, tranquilidad, cariño, ilusión…) o “malas” (rabia, tristeza, frustración, miedo, decepción, desilusión…) incluso “tóxicas” (envidia, celos, culpa…). Todas ellas, TODAS, son consecuencia de cómo interpretamos lo que nos ha sucedido en ese momento. Los pensamientos, las creencias que están instaladas en nosotros son como un mapa desde el cual vamos interpretando todo lo que nos sucede.

Por eso, en vez de atrevernos a conquistar una emoción, sintiéndola hasta el final, buscamos soluciones para dejar de sentir eso que etiquetamos como “malo” o “tóxico” nos estamos quitando la posibilidad de seguir descubriendo nuestra idiosincrática manera de Ser auténtico.

Así que ahora antes de pedir disculpas por llorar de la emoción, replantéate que es exactamente lo que el otro te debe de disculpar, podríamos pedir disculpas por ser nosotros mismos en nuestra genuina manera humana de ser?

El miedo, la tristeza, la culpa, la frustración, la angustia, por citar a algunas de las villanas más temidas, son calibradoras de nuestra esencia humana, evadirlas es negarnos, no son tóxicas, son lo que son y nos avisan que algo nos pasa y que debemos de hacernos cargo, gestionarlas puede que no sea tan fácil como nos gustaría, sin embargo podríamos tomarnos el tiempo en aprenderlas,  siempre tenemos el desafío de escoger entre lo fácil y lo que nos permite ser alguien mejor.

Somos emoción en construcción, somos seres humanos, aprendamos también de y con eso.

Atentamente.

ArteSanaMental