Soliloquio Psicopoderoso

El soliloquio es ese discurso interno en donde nos relatamos silenciosamente hechos y sensaciones, lo hacemos la mayor parte del tiempo, es como si pensáramos en voz bajita desde adentro de nosotros mismos, -en nuestra cabeza- como expresamos comúnmente.

EL CÓMO manejamos nuestro discurso interno es tan significativo como importante, pues conforme a como nos contamos las vivencias, las experiencias, los sucesos, vamos gestionándolos de manera efectiva o no, hay veces que nos contamos desde una versión dramática, intensificamos los aspectos negativos, dolorosos, angustiosos, otras minimizándolas desde la comedia con el más colorido sentido del humor, otras desde el suspenso, con el tradicional –vamos a ver qué pasa, todo es posible- y en algunas ocasiones (quizás la más común) desde la tragedia, lo extremos, lo temeroso y por supuesto lo amenazante.

Todos tenemos nuestro propio Reino Mental, ese en donde acontece todo lo que la imaginación y la fantasía esponsorean, la mente es un lindo lugar en donde siempre estamos creando algo, el desafío que quizás tenemos es el de elegir crear lo que suma a nuestro bienestar, o elegir  quizás lo que no sume a nuestro malestar, esto último es lo que más tiende a acontecer, pues pareciera haber una fuerza psíquica que siempre nos predispone a pensar mal primero y luego abarajar las demás opciones, podemos hacerlo diferente, por supuesto que SI, es cuestión de práctica y voluntad, modificar líneas y dinámicas de pensamientos es un entrenamiento diario, intenso, poco agradable pero posible.

Lo que decís, lo que interpreto, el caos.

Comúnmente en una conversación con otra persona, a la par que vamos interactuando con ella, vamos también articulando nuestro dialogo interno –soliloquio– en función a lo que escuchamos e interpretamos de lo que nos dice, en ocasiones incluso nuestra escucha es poco efectiva, pues no siempre escuchamos para comprender, por lo general escuchamos más para responder, y nuestras interpretaciones están determinadas por nuestra propia historia que son nuestros marcos de referencia, y desde allí nos apuramos en dar respuestas, en aconsejar, en decir que hacer, y dirigir lo que el otro “tiene” y/o “debe” de hacer.

Si nos permitimos escuchar más que simplemente oír lo que el otro nos comenta y comparte, nuestro soliloquio no se activa, pues toda nuestra atención estará implicada en la escucha, y no tendremos la necesidad de manejar dos discursos, uno interno y otro externo.

Al contarnos y re-contarnos los mismos  sucesos, al volver a recrear a través de nuestra propia pantalla mental los mismos hechos una y/o varias veces activamos nuestro caudal afectivo, ya que conforme pensamos, activamos o desactivamos nuestras emociones y sensaciones, en esta producción mental el soliloquio cobra protagonismo, por ello es común que de un estado emocional pasemos a otro con un simple clip de ideas y pensamientos.

Nuestras creencias y nuestros juicios determinan e inciden en nuestro sentir, en nuestro vivir, si nos contamos las historias desde una versión amigable y realista, no reclamadora, y aceptando los hechos conforme a los verdaderos sucesos, podríamos activar recursos más válidos para transitarlos y gestionarlos, siempre es opción de que al Pensamiento hay que enseñarle recorridos nuevos, pues en ocasiones las heridas pasan, sin embargos las historias quedan.

Contate la historia de tu vida desde una mejor versión, diferente, recordá que vos sos el productor de todo el material audiovisual de esta experiencia llamada Vida.

Atentamente.

ArteSanaMental